Mi nombre es Tomas. Trabajo en mi empresa familiar desde hace cinco años: una productora de contenidos culturales, orientada a Arte en Nuevos Medios (Arte del siglo XXI)
Antes de eso tuve dos grandes áreas de trabajo, en una fui Ingeniero Civil especializado en Vías de Comunicación y trabajé en constructoras grandes de caminos y ferrocarriles durante 16 años. En la otra, de sistemas, trabajé 14.

En un momento sentí que necesitaba un cambio, estaba en una zona de confort que no me satisfacía. Comencé a buscar internamente que me haría sentir de nuevo pasión por un proyecto. La empresa en la que trabajaba se había convertido en una corporación con mucha burocracia, pero era líder en su mercado vertical. No había ninguna otra empresa del mercado que me motivara. Comencé a pensar en desarrollar un producto propio, fuera del mercado IT.
El cambio fue absoluto, radical. Salté de un despacho en donde estaba protegido por una organización a un proyecto personal con mi familia en un área desconocida. Mi familia es pequeña: padre, madre e hija. Los tres nos sumamos al proyecto dejando nuestras ocupaciones anteriores. Algo así como poner todos los huevos en la misma canasta.
Animarse…Hay todo un proceso para transitar desde un estadío A hacia otro B, en donde A es el refugio en donde has estado mucho tiempo y B es lo desconocido. En cada una de las partes de ese proceso hay que tomar coraje para ir desprendiéndote de las posiciones de confort. No hay un momento único sino que es una suma de momentos. Cada vez hay una mayor aceptación de la decisión que vas tomando. Desde afuera se ve como que hay un momento en donde dejás tu posición, pero cuando llega ese momento, hay un montón de decisiones previas que ya han sido tomadas. No me preocupaba el riesgo económico porque estaba feliz de encarar este proyecto idealista en esta etapa de mi vida con mis seres queridos.
Una gran motivación fue el tipo de proyecto que íbamos a encarar: algo totalmente novedoso en un mercado que no dominábamos. El hecho de hacerlo con mi mujer y mi hija, en cuyas capacidades confiaba plenamente y sabía que la suma de nuestras habilidades tenía que dar por resultado un producto único. Estaba muy entusiasmado en divertirme y disfrutar el proceso de creación de algo original.

La inspiración vino de la mano de la generación de la idea de un producto original en el que coincidimos los integrantes del proyecto. Los tres nos imaginamos un producto que se retroalimentaba de nuestra creatividad y que era escalable hasta más allá de donde podíamos imaginar. Ver que coincidíamos en la visión y que podíamos distribuirnos los roles según nuestras habilidades y que íbamos cumpliendo cada fase del proceso en tiempo y forma, con resultados superiores a los esperados, nos daba nuevos bríos para acometer empresas más difíciles.
Gané disfrutar de ver la capacidad de gestión, creatividad, inspiración de mi mujer y mi hija. Gané poder posicionar un producto original en un mercado desconocido. Recuperé la motivación para la generación de propuestas nuevas. Me encontré con un mercado nuevo: la asociación de empresas con el arte tecnológico y la posibilidad de hacer muchas cosas de alto impacto.

Perdí el idealismo: No me imaginé jamás escenarios de angustia ni agresiones exteriores: un proyecto que venía a buscar lo mejor de las personas tenía que crecer sólo por el hecho que todos los que participaran harían sus aportes personales de lo que mejor sabían hacer.

A quien arranca le diría Que todo proyecto debe ser sustentado por un plan general: tiene que haber un modelo de negocios que lo soporte, un plan de comunicación que lo posicione, una gestión de marketing y ventas que traiga los clientes y que ancle en resultados económicos las ideas. Si no sabes adonde querés llegar, cualquier colectivo te viene bien y terminas haciendo lo posible en vez de lo deseable. Mas vale perder un par de meses planeado y discutiendo con tus socios cómo va a ser el negocio, a empezar ir viendo sobre la marcha cómo se dan las cosas. Afuera está lleno de ideas buenas, menos del 5% son exitosas. Mi experiencia personal me indica también que no debes esperar nada de nadie. Todo es fruto de tu propio trabajo y de la suerte que te acompañe.

Creo que lo fundamental de cualquier proyecto es setear las mediciones de éxito de antemano. Un proyecto puede ser muy exitoso si te deja resultados económicos, pero puede haber degenerado su objetivo inicial. Otro puede tener un impacto mediático espectacular, pero puede no sustentarse mas de seis meses. ¿Qué es lo que se quiere lograr con un proyecto?. ¿Posicionamiento, reconocimiento, facturación?. Antes de empezar nada, los socios deben haber consensuado esto.

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