Hoy venimos a hablar de un tema recurrente entre las personas que se acercan a Glimar: cómo vencer los “hay que”. ¿Qué son? Son esos mandatos que nos vienen dados como sociedad en un plano general y desde nuestra familia o entorno en un plano más particular. A nivel general la mayoría conocemos el plan de vida perfecto: estudiar, recibirse, trabajar (si es mucho, mejor!), tener una casa, formar una familia.
Por suerte, cada vez más gente está entendiendo que no existe tal plan perfecto, que cada persona tiene deseos que no siempre se corresponden con esos mandatos que nos fueron impuestos. Entonces, cuando nuestro plan no nos genera satisfacción ni nos hace felices, deja de ser perfecto. Y ahí es cuando debemos replantearlo.
La dificultad para liberarnos de esos “hay que” está dada porque hay un punto en que dejan de ser parte de nuestro entorno y pasan a ser conceptos bien nuestros, entonces la lucha se da en nuestro interior. Hay que conocerlos y manejarlos como el resto de los elementos que nos componen y ponerlos al servicio de lo que deseamos en nuestras vidas. Y si eso es imposible, a partir de conocerlos hay que delimitarlos para reducir su efecto en nuestras decisiones.
En el plano laboral, además de esos “hay que” tambien contamos con otro factor: la necesidad económica de generar ingresos y la impronta social de que un trabajo en relación de dependencia en una buena empresa es el mejor aspiracional. (O por lo menos eso nos dijeron, no?)
Y en este sentido, el proceso de afrontar esos “hay que” nos puede llevar por diferentes estadíos:
1. Entendemos que hay algo que no nos gusta, pero todavía no registramos esos “hay que” como algo a vencer.
2. Entendemos que hay algo que no nos gusta, pero nos cuesta imaginar la posibilidad de hacer un cambio. Entonces seguimos. Pensamos que más adelante va a pasar algo (de manera casi mágica) y vamos a terminar yéndonos de ese lugar en donde no nos sentimos cómodos, mucho menos felices.
3. Entendemos que hay algo que no nos gusta, nos cuesta imaginar la posibilidad de hacer un cambio y además culpamos a la empresa donde trabajamos y entonces generamos un círculo vicioso donde nosotros mismos contribuimos con ese clima hostil en el que trabajamos y cada vez tenemos menos motivación.
Este último es el más complejo, porque no logramos hacernos cargo de nuestra propia situación y desparramamos culpas hacia afuera y así evadimos nuestro poder para cambiar las cosas.
Entonces, el punto de partida es aprender a identificar qué decisiones tomamos en función de los “hay que”. Repensarlas, preguntarnos si se corresponden con nuestros deseos. Y a partir de ahí asumir el control de las riendas que llevan adelante nuestra vida. Permitirnos el volantazo, sin pensar que tiramos años a la basura, sino que tenemos la sabiduría que nos dieron esos años de experiencia para capitalizarlas y salir fortalecidos de ese cambio.
Seguramente, ese sea el momento en que decidamos salir de una situación laboral que no nos satisface. Y ahí se abren dos nuevos horizontes: están aquellas personas que saben claramente hacia donde quieren ir y aquellas que entendieron que ese trabajo no los hace felices pero tampoco saben qué quieren hacer. Este tema será parte del próximo post.
Hasta la próxima!