Hola a todos! Sabemos que lanzarse a la creación de un proyecto propio requiere planificación, definición de objetivos y capacitación constante. Pero emprender también supone un aspecto emocional que, cuando no está del todo afianzado, puede desestabilizarnos, generar frustraciones que nos desmotivan y nos impiden avanzar.
Una de las causas de frustración es la falta de tiempo y de organización: la mayoría de las personas empiezan a gestar su sueño y a trabajar su propio proyecto siguen trabajando en relación de dependencia. Y muchas veces esta situación se convierte en una rueda de la que es difícil salir: porque no podemos soltar el trabajo fijo porque nuestro emprendimiento todavía no es rentable, pero tampoco disponemos del tiempo suficiente para poder hacer andar ese proyecto y que finalmente empiece a dar frutos. Entonces, aparece el cansancio de trabajar veinte horas al día, la frustración y la idea de que nunca vamos a poder resolver ese obstáculo porque siempre vamos a depender de nuestro sueldo fijo.
Otra situación que puede desestabilizar nuestras ganas de emprender es la incapacidad de poner un valor a nuestro trabajo. Esto se da en el afán de querer empezar a mover la rueda. Cuando empezamos a dar nuestros primeros pasos, muchas veces caemos en el error de pensar que “lo importante es conseguir los primeros clientes”, subestimamos el valor de nuestro trabajo, no contamos la cantidad de horas que realmente le dedicamos al proyecto y por eso sentimos que nunca vamos a poder vivir de eso, porque las cuentas no cierran: trabajamos muchas horas pero no vemos el rédito económico de eso.
Y en ese afán de hacer girar la rueda, otro de los errores en los que caemos es en intentar satisfacer demandas que no tenemos ganas de satisfacer. Por miedo a decir que no, por no haber definido una identidad clara para nuestro proyecto, el negocio empieza a tomar un rumbo que no es el que esperábamos. Y para cuando nos damos cuenta, no sabemos con volver atrás y reencauzarlo.
Todas estas situaciones son muy comunes entre los emprendedores y suelen desteñir nuestra verdadera pasión, porque la rutina termina por desmotivarnos, creyendo que en realidad nunca vamos a poder vivir de lo que realmente nos gusta. En Glimar estamos convencidas que trabajar el aspecto emocional de cada uno para lograr afianzarlo ayuda a encaminar y activar nuevamente esas ganas de avanzar. La clave está en entender dónde nos cuesta soltar, por qué retenemos la situación en un punto donde pareciera que estamos ahí nomás y sin embargo no se puede dar el último salto.
Esto suele ser casi siempre interno, son hilos que nos atan y que sólo desanundándolos vamos a poder accionar del todo. Nuestros mayores límites están dentro nuestro. La solución, también.
Hasta la próxima!