A lo largo de la historia se ha creado una idea completamente errónea sobre el trabajo. Ya desde su etimología la palabra trae una carga negativa fuerte. Trabajo proviene del castellano antiguo trebejare, pero no deriva del vocablo latino labor, sino de una tortura de la antigua Roma cuyo nombre era “tripalĭum” (tres palos) y del verbo tripaliāre que significa torturar o torturarse.
Tripalium es un vocablo usado en el siglo VI, época en la cual los reos eran atados a tres palos cruzados donde quedaban inmovilizados mientras eran azotados. Cuando se inventó la palabra trabajo, la mayoría de la población tenía labores rurales, llevadas a cabo mediante el esfuerzo físico, es por eso que lo asociaron con la tortura y el dolor. ¿Pueden creer que una actividad que hacemos casi todos los días de nuestra vida tenga semejante carga negativa atrás?
Aunque no es sólo una cuestión etimológica. El trabajo tiene una carga social que pesa mucho: frases como “ me rompo el lomo”, “hay que hacer sacrificios”, “mi vida empieza después de las 6 de la tarde” están tan naturalizadas que todavía hay mucha gente que no se permitió cuestionarlas. O peor aún, hay mucha gente que mira raro a quienes no estamos dispuestos a pasarla mal en el trabajo. ¿Trabajar implica sí o sí una cuota de sacrificio? ¿No le dedicamos demasiado tiempo de nuestra vida como para que sea una actividad que sólo nos permita ganar plata?
En Glimar estamos convencidas que el trabajo requiere esfuerzo. El esfuerzo de forma positiva, relajada y saludable. El esfuerzo movido por la pasión, por el entusiasmo que nos genera hacer algo que nos gusta. El esfuerzo que no sólo nos puede llevar a ganar dinero sino a crecer como personas, a interactuar con gente que nos estimula a seguir avanzando, a sentirnos realizados. El sacrificio, el sufrimiento, incluso el dolor físico en el trabajo no es natural. Y mucho menos necesario.
Para terminar, queremos compartir un fragmento del texto de William Morris que se llama “Trabajo útil o esfuerzo inútil”. Dice así:
Pueden tener la certeza de que es propio de la naturaleza del hombre, cuando no está enfermo, disfrutar del trabajo bajo ciertas condiciones. Y, sin embargo, debemos decir que existen algunos trabajos que lejos de ser una bendición, son una maldición. ¿Cuál es la diferencia entre ambos? Esta: uno contiene esperanza, el otro, no. […]
La esperanza de placer en el mismo trabajo: ¡qué extraña debe de parecer esta esperanza a alguno de mis lectores, sino a la mayoría de ellos! No obstante, creo que en todas las criaturas vivientes existe un placer en el ejercicio de sus energías y que incluso las bestias se alegran de saberse ágiles, rápidas y fuertes.
Pero un hombre que al trabajar hace algo que sabe que existirá porque él está trabajando en ello y así lo quiere ejercita las energías de su mente y de su alma además de las de su cuerpo. Si trabajamos así seremos hombres y nuestros días serán felices y ricos en acontecimientos.
Cualquier otro trabajo que no sea este carece de valor; es un trabajo de esclavos, un mero esfuerzo para vivir, un mero vivir para esforzarse.
Hasta la próxima!