¡Hola a todos!
En los últimos años hemos visto un aluvión de noticias, foros, blogs y demás medios hablando sobre los emprendedores. Incluso algunos se animan a delinear las claves del éxitos para quienes encaran un proyecto propio, algo así como una receta mágica que nos llevaría a todos a triunfar. Desde Glimar creemos que existen ciertas habilidades personales e interpersonales con las que debe contar una persona que quiera emprender su camino laboral, pero de ninguna manera creemos que esas habilidades son suficientes para asegurarnos el éxito y mucho menos que esos rasgos son dones que nos vienen dados, sino que son el fruto de la búsqueda interna, del análisis de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades, y por supuesto, del trabajo para potenciarlas.
¿Cuáles son esas habilidades que tenemos que analizar al pensar en un proyecto propio? Veamos:
- Cómo afrontamos la incertidumbre: Un cambio laboral implica renunciar a muchas certezas. Y cada persona se para de manera diferente frente a esa situación. Si detectamos que la incertidumbre es algo que nos genera angustia o nos impide avanzar, tendremos que focalizarnos en minimizarla al máximo: planificar y trabajar posibles escenarios futuros nos ayuda a tener una visión más clara de lo que puede venir y nos permite posicionarnos de manera más segura.
- Qué tan preparados estamos para correr riesgos: El nivel de riesgos que podemos afrontar implica pensar en factores emocionales, pero también económicos, que posiblemente involucren a las personas que nos rodean. La clave en esta instancia es sacar el pie del acelerador, pero sin dejar de avanzar: proponernos objetivos más chicos pero que de igual manera nos ayuden a caminar hacia donde queremos ir.
- El nivel de confianza en nosotros mismos: Para convencer a otros, tenemos que estar convencidos nosotros mismos de que aquello que ofrecemos desde nuestro proyecto es genuino y de calidad. Si esto sucede, tenemos una base firme sobre la cual pararnos para dar a conocer lo que hacemos.
- Cuál es nuestro nivel de tolerancia frente a la frustración: En el camino hacia el proyecto propio tendremos que aprender a levantarnos después de tropezar. Ese aprendizaje se potencia cuando podemos analizar las causas de esos tropiezos y capitalizarlas para avanzar con paso más firme. Como todo aprendizaje cuesta, pero se trabaja.
- Nuestro mix estrategia-táctica: Es difícil encontrar una persona con el mix perfecto para poder planificar estratégicamente y llevar a cabo de manera metódica las acciones necesarias para alcanzar un objetivo. Reconocernos más estratégicos que tácticos, o viceversa, nos permite pedir ayuda o asociarnos con personas que nos complementen y nos fortalezcan en aquellas áreas que no son nuestra especialidad.
Analizar de manera consciente cada una de estas habilidades nos va a permitir reconocer nuestras fortalezas y asumir aquellos rasgos que debemos trabajar más fuertemente a la hora de emprender un proyecto. La clave, como siempre, está en la búsqueda interior que nos permita ser auténticos y genuinos con lo que somos.
¡Hasta la próxima!