¡Hola a todos!
La reflexión de hoy tiene que ver con uno de los mayores miedos al que nos enfrentamos a la hora de iniciar un proyecto laboral propio: ¿los ingresos me van a alcanzar? ¿cuánto dinero necesito ganar? ¿cómo voy a hacer para vivir sin un sueldo fijo?
Estas preguntas llevan a un replanteo más profundo, que tiene que ver con nuestra relación con el dinero y con el consumo. Porque lo cierto es que necesitamos plata para vivir, pero también es verdad que vivimos inmersos en una sociedad que nos empuja que consumir cada vez más, muchas veces cosas que no necesitamos, pero que terminamos comprando por comodidad o por la gratificación que genera darnos ciertos gustos.
Y acá deberíamos preguntarnos: ¿qué tan genuina es esa gratificación que genera el consumo? Ese «me lo merezco» que solemos decir frente a una compra que no necesitamos, ¿no es una manera de compensar otras insatisfacciones? Si tuviéramos una vida menos exigente, si la satisfacción pudiéramos encontrarla en nuestro quehacer diario, si el dinero no fuera la única retribución de nuestro trabajo, ¿necesitaríamos esos «premios»?
Pareciera ser que cuando la única recompensa de nuestro trabajo es el dinero, el consumo no sólo es para vivir, sino también para premiarnos por ese sacrificio que hacemos a diario. Y por eso suele pasar que al trabajar de lo que nos gusta, no nos molesta en absoluto «privarnos» de algunas compras, porque el bienestar ya no pasa por el tener, sino por el ser y el hacer, es una cuestión interna.
Porque es verdad que al iniciar un proyecto propio necesitamos contar con un respaldo económico, porque el dinero no aparece de la noche a la mañana y porque todo cambio implica resignar cosas. Pero en esa transición lo primero que tenemos que estudiar son nuestros hábitos de consumo, para convertirnos en compradores más responsables y para entender en definitiva qué cantidad real de dinero necesitamos para vivir.
¡Hasta la próxima!