Para quien trabajamos

Hoy en día existen muchas personas que han tomado las riendas de su vida laboral y están empezando a transitar un camino en el que conviven el trabajo y el placer. Pero aún hoy, en pleno siglo XXI, sigue vigente el viejo paradigma profesional. Ese paradigma engloba creencias, valores, prioridades y aspiraciones que determinan nuestra manera de relacionarnos con el trabajo, con la economía e incluso con el dinero y la manera en la que consumimos.

Estos valores y creencias están tan arraigados en nuestra sociedad, que desde muy chicos empezamos a reproducirlos. Al finalizar nuestros estudios, evaluamos una posible carrera profesional en base a la «salida laboral» que tenga. Desde ese momento empezamos a amoldarnos a la situación que el mercado laboral proponga; y pareciera que estamos condenados a enviar nuestro currículum vitae amoldándonos a los parámetros establecidos por las diferentes ofertas y empleadores.

Desde ese momento empezamos a trabajar para otro, vendemos nuestro tiempo a cambio de dinero. Más aún cuando logramos un buen sueldo y empezamos a «mejorar nuestro nivel de vida». La retribución económica, el reconocimiento y la supuesta seguridad que proporciona el trabajo, sumado a las creencias sociales, nos posicionan en una zona de confort que es difícil cuestionar.

En todo este proceso, tan naturalizado desde hace tantos años, el deseo no se hace presente. No nos enseñan a vincular nuestra actividad laboral con lo que nos genera placer hacer. Por eso desde Glimar decimos que aquellos que nos animamos a poner el deseo en primer plano a la hora de pensar nuestros roles laborales, pasamos de trabajar para otros a trabajar para nosotros mismos. No sólo porque transformamos nuestro vínculo con el trabajo, sino porque a partir de ese cambio, toda nuestra energía empieza a vibrar de manera diferente. Estamos más involucrados con nosotros mismos, más atentos a escuchar lo que sentimos, en todos los aspectos de nuestra vida.

Indefectiblemente, alejarse de un paradigma implica ciertas renuncias y momentos de incertidumbre. Pero es un camino del que siempre salimos fortalecidos.

¡Hasta la próxima!